El yodo (I) debe considerarse un nutriente vegetal (Kiferle et al., 2021, Brown et al., 2022). En ese artículo se publicó la presencia e identidad de proteínas yodadas naturales en plantas superiores, que nunca se habían descrito. Se han identificado al menos 82 proteínas yodadas que participan en importantes procesos biológicos en las plantas superiores.
Al igual que la deficiencia de cualquier otro nutriente vegetal, se prevé que la deficiencia de yodo provocará pérdidas de rendimiento. En los sistemas de cultivo intensivos con fertiirrigación, la solución nutritiva y el agua de riego son las principales fuentes de yodo. La concentración de yodo en el agua utilizada para el riego es generalmente inferior a 25 microgramos I/L (0,2 micromol I/L).
Durante la determinación del papel nutricional del yodo en la planta modelo científica Arabidopsis thaliana (Kiferle et al., 2021), la falta de yodo en la solución nutritiva de A. thaliana resultó en tallos florales más cortos y un retraso en el tiempo de floración, pero cuando se agregaron 0,2-10 micromol I/L a la solución, los tallos florales fueron más largos, las plantas florecieron antes y la producción de semillas fue mayor.
Además, el yodo también favorece un desarrollo más rápido y mayor longitud de las raíces, más densidad de raíces laterales y el crecimiento de nuevas raíces.
En una serie intensiva de pruebas de demostración con productores que cultivaban rosas de tallo largo en invernaderos en Ecuador, se demostró el beneficio del yodo como micronutriente incluido en el nitrato de potasio. Asegurarse de que el cultivo reciba N, K e I disponibles para la planta, ha mejorado el rendimiento, la productividad y las características de calidad en tallo y yemas.
El rendimiento total de tallos florales exportables fue entre 2 y 6% mayor en los sectores donde se aplicó Amilsol®ine KP (13-3-44, 0,1%I), en comparación con Amilsol® KP (13-3-44, sin yodo).
Este beneficio se midió en 6 ciclos de cosecha en diferentes lugares y diferentes variedades de rosas. Una producción extra de 15 mil a 58 mil tallos se produjo en los sectores donde se utilizó Amilsol®ine como fuente de nitrato de potasio y yodo.
Además, entre los beneficios observados para Amilsol®ine KP se encuentran un crecimiento más rápido del tallo, mayor diámetro y menor pérdida de rendimiento debido a tallos cortos o flor sin calidad deseada.
Todas las pruebas de demostración en rosas se realizaron con el mismo diseño básico.
Se buscaron invernaderos que contuvieran dos sectores fertirrigados de forma independiente.
Ambos sectores fueron fertirrigados según la práctica estándar, con una solución nutritiva compuesta por diferentes fuentes de fertilizantes, la única diferencia fue la fuente de nitrato de potasio: Amilsol® (sin yodo, como control) o Amilsol®ine (con 0,1% de yodo). En cada ciclo de cosecha se aplicó Amilsol®ine durante 12 semanas previas a la cosecha, con la frecuencia y cantidades normalmente aplicadas en estos invernaderos (Cuadro 1). Un ciclo de cosecha abarca el período desde la poda hasta la cosecha. La concentración de yodo en la solución de goteo estuvo entre 1,5 y 2 micromol I/L durante los riegos.
Todas las pruebas se cultivaron en suelo.
Se cosecharon tres variedades de rosas de tallo largo en ambos sectores de tratamiento de los ensayos, en tres invernaderos diferentes:
Dos variedades de flores rojas: “Freedom” y “Explorer”, y una variedad de flores blancas, “Mondial”. El rendimiento se registró como número de tallos cosechados, de 6 ciclos de cosecha en total. Xavier Vinueza midió la longitud y el diámetro de los tallos (Figura 1), en muestras de 25-50 tallos de la cosecha en 6-7 semanas diferentes durante el período de cosecha. Además, en un ensayo realizado en ‘Mondial‘, se midió la velocidad de crecimiento de nuevos brotes, en yemas etiquetados poco después de brotar. Amilsol®ine también se aplicó en otros cuatro cultivares de rosas (‘Free Spirit’, ‘Proud’, ‘Skyline’ y ‘Moviestar’), sin incluir un sector de control, para ganar experiencia en una gama más amplia de cultivares.
Antes de la prueba, se analizó el yodo disponible (soluble en agua) en el agua de riego y el extracto agua:suelo 2:1. La concentración inicial de yodo era muy baja. La concentración mínima estuvo cerca del límite de detección de 0,3 microgramos I/L (0,002 micromol I/L) y la concentración máxima tanto en el agua de riego como en los extractos del suelo fue de 0,04 micromol/L. Los nutrientes disponibles para las plantas, CE y pH, se midieron en un extracto de suelo:agua 1:2 que se recolectó en el bulbo húmedo de ambos sectores después de 2 ciclos de cultivo en la ubicación 3 (Figura 2).
Después de la segunda ronda de cosecha, el pH en el extracto del suelo fue el mismo (6,1) para ambos sectores de tratamiento. Sin embargo, la CE del extracto de suelo fue 0,3 mS/cm menor en el sector de Amilsol®ine (1,0 mS/cm), en comparación al sector de control (1,3 mS/cm).
La menor CE en el sector de Amilsol®ina se debió a una menor concentración de calcio, magnesio y sulfato en el extracto del suelo.
Esto sugiere una mayor absorción de estos nutrientes por parte de las plantas cuando tienen acceso a suficiente yodo, fácilmente disponible para la absorción de las plantas. Las muestras de hojas tomadas al mismo tiempo que los extractos de suelo, no mostraron variación en el porcentaje de macronutrientes en la materia seca (Figura 2). Una posible explicación para esto es un sistema de raíces más alto y ancho para una mayor absorción de agua y nutrientes, lo que en última instancia resulta en una mayor producción de tallos y hojas. Al final del ensayo se fotografió el desarrollo de las raíces y se pidió a los administradores de la finca su opinión sobre las diferencias observadas. Para el cultivar ‘Explorer’, se observó un mejor desarrollo radicular, con raíces más blancas (Figura 3), después de la cosecha del segundo ciclo.
En cada uno de los 6 ciclos de cosecha, el rendimiento total de tallos florales para exportación fue entre 2% y 6% mayor en los sectores donde se aplicó Amilsol®ine (0,1% yodo), en comparación con Amilsol® (sin yodo) (Cuadro 2). El beneficio ascendió a 15-58 mil tallos más producidos con Amilsol®ine, obteniendo un ingreso extra teórico para el productor de entre 5 y 17 mil USD/ha/año. Es importante mencionar que el incremento en la longitud del tallo y el número de tallos florales por hectárea no ocurrieron a expensas de la disminución del diámetro del tallo.
En todos los ensayos se observó un aumento en el diámetro del tallo en el sector de Amilsol®ine, con excelente longitud de los tallos en ambos sectores (Figura 4). En la localidad uno, con el cultivar ‘Freedom‘, la producción apuntó a una longitud mínima de tallo de 52 cm. Aunque la longitud promedio de los tallos cosechados estuvo muy por encima de esta meta (68 cm para ambos sectores), todavía el 6% de la cosecha total de tallos eran demasiado cortos (es decir, más pequeños que la longitud mínima del tallo de 52 cm) para la exportación. De media, en el sector de Amilsol®ine sólo el 4,9% de los tallos eran demasiado cortos, frente al 7,4% en el grupo de control. En otras palabras, Amilsol®ine evitó un tercio de la pérdida de productividad asociada a tallos por debajo del tamaño mínimo exigido para la calidad de exportación (Cuadro 3).
Además de la buena longitud y el buen diámetro, se registraron observaciones adicionales. Las mediciones en brotes etiquetados una vez cada dos semanas en el cultivar ‘Mondial‘ mostraron que la longitud deseada se puede alcanzar antes cuando se aplica Amilsol®ine (Figura 5). Además, se observó la disminución de la pérdida de tallos potenciales, antes de cosecha en los sectores de Amilsol®ine en ambos ciclos (Figura 6). De un total de 80 brotes etiquetados, el 83 % se convirtió en una flor cosechada con Amilsol®ine, en contraste con sólo el 73 % en el control. Así, en un 10% más de los brotes crecieron botones florales que se desarrollaron hasta la madurez deseada con la longitud de tallo deseada para la cosecha, sin descabeces u otros trastornos que descalifiquen el desarrollo de las flores.